Caimito del Guayabal.
Mi pueblo en Cuba.

miércoles, 6 de enero de 2010

Memorias de una visita inesperada: Lorca y Maroto en Caimito.

Autoras: Caridad Massón Sena y Midalys Blanco González.

Caimito del Guayabal, en 1930, era el municipio más noroccidental, de la provincia La Habana limítrofe con Pinar del Río.

Con una extensión territorial de unos 140 kilometros cuadrados de superficie y una población de 7268 habitantes.

De los 24 municipios de La Habana, se encontraba entre los 4 de menos vecinos, con una densidad de población de 52 habitantes por km cuadrados.

Su mayor riqueza era la agricultura y, dentro de ésta, la caña de azúcar y el tabaco.Abundaban en las fincas del término los frutos menores: naranja, mandarina, plátano, etc. Otra fuente de ingresos de cierta relevancia la constituía la apicultura, introducida desde 1899.

Caimito del Guayabal pertenecía al partido judicial de Marianao. Por su casco urbano cruzaba la carretera central y una parte de la localidad se erigía al norte sobre la pintoresca Sierra de Anafe. A ambos lados de la calzada principal se levantaban, en 1930, varios edificios públicos notables.

La Sociedad de Agricultores había logrado reconstruir el parque público, su plaza fue pavimentada, reactivados sus jardines, y adornados con bancos de granito. Aquel paisaje de pueblo pequeño y limpio quedaba rematado con la acostumbrada iglesia parroquial.

Existía una Sociedad de Instrucción y Recreo gracias a la entusiasta colaboración de un grupo de vecinos sobresalientes como Angel de Miranda, Vicente Sosa e Ireneo Díaz.

Funcionaban además desde 1907, a instancias del Gremio Federado de Escogedores de Tabaco en Rama, un Centro Obrero con 908 asociados, y una Logia Masónica de respetable labor social:la Logia "Verdad y Pureza".

Caimito del Guayabal respondía en su aspecto cultural a un típico pueblo rural cubano. Guateques campesinos, bailables por festividades especiales, toques de rumba en barrios de piel oscura era lo tradicional.

A fines de mayo de 1930 un hecho logró conmocionar a todo el pueblo: la llegada de un distinguido grupo de personas entre las que se hallaban Federico García Lorca (el ya famoso poeta). Gabriel García Maroto (pintor), Adolfo Salazar (musicólogo español), Conchita y María Teresa Freire, María y Antonio Quevedo. De regreso nocturno de un recorrido desde el Mariel, y estrenando las nuevas carreteras, descendieron de su automóvil ante el bullicio festivo que salía de la Sociedad de Instrucción y Recreo. El salón adornado con pencas de guano y matas de plátanos con sus frutos, los quioscos criollos para la venta de comestibles guajiros y una banda de mulatos, que auspiciaban la festividad, llamaron poderosamente su atención.

Para los visitantes españoles y, especialmente para Federico, el son tenía un encanto singular. En aquella fecha, el son cubano no había llegado a Europa, según refiere Salazar"por lo menos París no lo conocía en público, y en España no se conocía ni en público ni en privado..." (1). Sin embargo, Lorca en la Habana, era doctor en la materia. Todas las noches fenecían en los locales donde se tañían los acordes contagiosos del cubanísimo ritmo y no iba a la cama hasta que él mismo, clave en manos, tocaba y cantaba como un miembro más del conjunto artístico.

Mas el baile que detuvo a los viajeros en Caimito tenía una característica peculiar: todos los danzantes masculinos portaban la cubana guayabera, condición primordial exigida por la directiva del local para ser admitido en la festividad.

Una vez que salieron del círculo social, escudriñando los rincones del pueblo, entre sorprendidos y curiosos, llegaron a pie hasta el parque pulcro y florido y sentáronse en uno de sus bancos. Lorca expresó su propósito de"... no moverse de allí en toda la vida" y,según Maroto:

...la plaza rosa sin par, azul agrisado sin conocido parentezco, verde amargo y negro profundo ligados sin fundirse en inusitada alianza - la pequeña plaza, esperaba, nos esperaba, nos recibió con alborozo contenido,nos reveló el secreto de su gracia,/.../ de su milagrosa armonía, del poder dramático que sabía prestarle el baldaquino tachonado de reflejos remotos/.../ que era el cielo aquella noche.(2)

A varios años de distancia, Adolfo Salazar recordaba también aquel momento:

En la plaza de caimito, el árbol tutelar y titular parecía de verde jade, bordado de abalorios./.../ Las casas de un azul suave, de un tono malva delicado,de un rosa salmón, de un verde tierno o de un amarillo marfil, parecían ser simples superficies coloreadas a la acuarela,bordadas en seda fina sobre el terciopelo profundo del cielo/.../ (3)

La grata impresión de la plaza y de sus hombres impulsó a Gabriel, que gustaba de ambientes campesinos y anhelaba paisajes,rostros y discípulos para su labor de artista, a pedir a la Institución Hispanocubana de Cultura que le buscase alojamiento en el lugar.

Solícito el señor alcalde Miguel Angel Castro y Camps le brindó como posada uno de los presintos vacíos del Ayuntamiento, y los principales dirigentes sociales del poblado -sedientos de cultura- le ofrecieron apoyo de todo género.

Figura de Maroto.

Fue la Solana el lugar donde viera la luz el pintor español Gabriel García Catalán Maroto, el 15 de enero de 1889. No transcurrirían menos de dos décadas cuando decide trasladarse a Madrid (1909). Años más tarde, recibe el apoyo de la Diputación Provincial de Ciudad Real, la cual le otorga una "pensión de viaje" que le garantiza primero, un largo periplo por la nación, y posteriormente por el extranjero. Es así que 1919 viene a significar en la vida del artista el inicio de sucesivas muestras en Salones y también su primera exposición individual, realizada ésta en el mes de abril en el Ateneo de Madrid, recinto al cual volverá en diciembre de 1922 pero no compañía de otros colegas.

Propietario de una imprenta, que hace extensiva a sus amigos y contemporáneos, edita Libros de Poemas de Federico García Lorca (1921) y la revista Indice (1921 - 22) dirigida por Juan Ramón Jiménez.

Con aptitudes para el ejercicio de escribir y de visualizar en imágenes lo que su ojo creador es capaz de asir de la realidad, le nacieron de esta conjunción los libros: Del jardín del arte (1911), El libro de todos los días (1915), Madrid visto por un pintor y Toledo visto por un pintor (1925),entre otras. En 1925 y gestándose desde el 23, tiene lugar en la ciudad de Madrid la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, surgida de la iniciativa de Gabriel García Maroto, del dramaturgo Juan de la Encina y Manuel Abril, " con la voluntad de dotar a la capital del Estado de un grupo y un órgano de actuación que facilitara el conocimiento y la implantación del arte moderno". Dicha Sociedad hizo público un manifiesto en el que recogían sus objetivos, y entre sus firmantes figuraban Lorca, los hermanos Bergamín, Falla, Barradas, el crítico Guillermo de Torre y el ya mencionado pintor.

En la Exposición, cabe señalar, se dieron a conocer artistas como Dalí, Pelegrín, etc. Maroto, en tanto, hizo la portada del catálogo y dictó una de las cuatro conferencias que se impartieron en torno a la muestra, lo cual habla del espacio ocupado por él en el movimiento de renovación cultural de la capital.

En 1927 otros son los aires y geografías que lo animan. Viaja a América: México, Nueva York y Cuba.

Tras su visita a EEUU, donde expusiera con gran éxito algunas de sus obras, llega a La Habana en abril de 1930. Su arribo a la capital cubana coincide con el de otras personalidades, como el poeta granadino Federico García Lorca (7 de marzo) y el filósofo y educador mexicano José Vasconcelos (26 de julio).

Invitado por la Hispanocubana de Cultura, se dice pronunció en esa prestigiosa institución valiosas conferencias sobre los aspectos más novedosos de los movimientos artísticos de su época.

Su nombre no sólo figuraba junto a lo más selecto de su nación, sino también al lado de los más encumbrados artistas e intelectuales cubanos de entonces. De sus exposiciones de dibujos de vanguardia, como la inaugurada el 31 de mayo de 1930 en los Salones de la Asociación de la Prensa, pudieron degustar cubanos y coterráneos suyos, a saber: Juan Marinello (intelectual), Carlos Enrique (pintor), Mariano Miguel (dibujante), Santiago Guardiola (administrador de la Hispanocubano de Cultura), el maestro Pedro San Juan (director de la orquesta Filarmónica de la Habana), Rafael Suárez Solís (periodista español), Adolfo Salazar y Lorca .

Academias al aire libre.

1926 fue un año que marcaría para siempre la vida y vocación profesional de Maroto, al celebrarse en Madrid la "Exposición de la Joven Pintura Mexicana" en el Museo de Arte Moderno de esta ciudad, que acogió en sus salas los trabajos de los niños de las Escuelas de Acción Artística de Alfredo Ramos Martínez y, con lo cual Maroto quedó absorto "por la posibilidad de un nuevo sentido y una función para la actividad artística de creatividad popular". La experiencia mexicana despertó curiosidad y regocijo en intelectuales cubanos de la época, como Alejo Carpentier. Precisamente, esos métodos pedagógicos ensayados por los profesores latinos fueron los que se extendieron al continente y llegaron a Caimito, donde -al decir de Carpentier- fundó Maroto una academia al aire libre, en la que los niños campesinos , los "guajiritos", tuvieron oportunidad de desarrollar ante la naturaleza sus innatas facultades para la expresión plástica. De esos intercambios surgió la comunicación de Maroto con dos muchachos de nuestro pueblo, con temperamentos de pintores. Nos referimos a los hermanos Valdés: Manuel, ya fallecido, y Fedora de 79 años de edad (9 de noviembre de 1919). A los infantes se dedicó con esmero,al invirtir gran parte de su tiempo en la investigación de sus capacidades de expresión creadora.

La procedencia social campesina y la militancia política de Maroto, lo hicieron un devoto de las clases populares, desterrador de diferencias raciales. Es por ello que cuando sugirió a la Hispanocubana de Cultura de Caibarién, la revista Mañana y la Sociedad Habanera "Lyceum" se realizara una exposición con los dibujos de los niños de Caibarién y Remedios y con montaje en el "Lyceum", batalló mucho para que Fedora (la niña negra) asistiera a su inauguración, en aquel recinto vedado a personas de esa raza.

Manifestaba Maroto inclinación por la representación de paisajes campestre y así se lo trasmitía a sus alumnos, quienes nunca faltaron a las matas de plátanos, ni a las palmas, todo muy típico cubano, ni a la evocación de una naturaleza que invitara el sueño. Otros temas eran los jarrones, así como las impresiones derivadas de la observación de las esquinas, las calles, etc, utilizando, siempre, las técnicas de óleo y la temperatura sobre el lienzo y papel, respectivamente.

Para acercarnos a otras ideas que sobre el arte vertiera a los más pequeños, nos apoyaremos en una carta que respondiera Maroto, con sapiencia de prudente pedagogo, a una madre cubana preocupada porque su hijo de 10 años no sabe apenas leer ni escribir, sólo le interesa pintar.

Deje a su hijo que nutra de verdades, de pequeñas verdades reveladas a su curiosidad, solicitadas por su arrebato, robadas al misterio por su fiebre investigadora su alma /.../ deje que él encuentre su técnica, afine sus métodos, siga creyendo en el milagro de la revelación se encuentre solo entre tinieblas, se atemorice ante el fracaso, fracase mil veces, saque de los fracasos frutos juegue y rejuegue a vivir su gusto ... a acelerar las palpitaciones de su crecimiento. (4)

Modo de conocer y expresar verdades es el arte, y en esa defensa de lo verdadero está lo auténtico, la realización de lo personal, el respeto a la voluntad del ser:

Por los largos y torcidos caminos del mundo ha de encontrar el niño la confirmación de su anhelo, el poder de su brazo, la oportunidad de los hechos; por los caminitos desconocidos de sí mismo han de llegar a él los estados reveladores de la riqueza /.../ vive el niño por lo que advierte en un limpio estado de gracia que no se debe mancillar, que no se debe suplantar, que se debe fortalecer de la manera más delicada y amorosa que nos sea posible al resto del mundo. (5)

Maroto, promotor cultural.

Los noventa días de estancia de Gabriel García Maroto en Caimito resultaron memorables para quienes tuvieron oportunidad de conocerlo.

Maroto había pensado antes tener una corta visita a Cuba, continuar viaje a Nueva York donde, según sus propias palabras, lo "esperaban complejas y vivas atracciones", pero deshizo esos sueños y se quedó en Caimito porque así seguía "el camino que trazaba a sus nuevos amores, con las nuevas gentes encontradas, las nuevas tierras, los nuevos cielos".

Mi conocimiento de Cuba -diría en su despedida- ha desviado el camino que no creía definitivamente trazado antes de llegar a la Isla. Caimito del Guayabal, tus campos prodigiosos, las noches llenas de resonancias mágicas, sus hombres generosos, sus lindas mujeres, cuya adjetivación, por difícil, reservo. La totalidad de su gracia han dado el tono para la nueva vida mía. (8)

Múltiples los temas de conversación que promovía Maroto sentado con sus recientes amigos en el bar "La cumbre". Allí confraternizaron con el pintor desde destacados intelectuales de la talla de Jorge Mañach, Eduardo Chibás, Conrado Massaguer (Director de la revista Social), los importantes médicos cubano y español -respectivamente- Ramírez Corría y Pío del Río Ortega, hasta los modestos obreros y empleados como Cristóbal Sosa, Angélico Ochoa, Osvaldo Castro y los hermanos Manuel, Gerardo y Juan Acosta.

A las tertulias cotidianas de aquellos días se unieron las actividades de promoción cultural que inauguró Maroto casi todas las semanas.

A veces ideaba lecturas comentadas de poetas modernos españoles; por Maroto conocieron los caimitenses a Antonio Machado a quien algunos no comprendían por ser muy "filosófico", mientras otros lo consideraban el gran lírico del momento. En general, todos se entusiasmaban y proponían nuevos temas de intercambio: la prosa de Díaz Morón, las ideas estéticas sobre plástica cubana, española y americana.

...organizo estos actos -decía Maroto- ayudo a realizar estas fiestas del espíritu, para pagar, del modo que a mí me es posible una deuda que no contraje nunca, el ofrecimiento vital que debió llegar al medio aldeano en que se formó mi juventud...(7)

Entre las primeras de estas veladas que tuvieron como escenario el Círculo Social caimitense estuvo el homenaje, una noche de julio, al músico norteamericano Luis Moreau Gottschalk, quien como él, vivió una temporada en una finca local en el año 1862, estancia que le dejó gratos recuerdos.

De igual forma, el día 10 de agosto, en el mismo Centro Recreativo se reunieron para entregar en acto solemne a su dirección el retrato al óleo de José Martí realizado por Maroto.

La apertura de la velada estuvo a cargo del estimado maestro local Amado J. Fernández. A continuación se oyeron las palabras de Juan Marinello, el cual resaltó el hecho de seguir las ideas del Apóstol, en un momento en que Cuba enfrentaba la tiranía de Gerardo Machado, la cual cobraba cientos de víctimas en el pueblo trabajador.

/.../ debemos abandonar lo que hasta aquí se ha hecho, el elogio de Martí -porque Martí no necesita elogios- y comenzar lo que hasta ahora no se ha querido hacer y necesita la República, obra del esfuerzo: la imitación de José Martí. (8)

/.../ Estaría hoy levantando el ánimo quebradizo de su pueblo contra la penetración extraña consentida y aplaudida por los Mandatarios infieles; hubiera llevado a los cubanos a la lucha enérgica por las libertades y derechos primarios heridos diariamente en los últimos años; hubiera concitado al estudiante contra el maestro que le quita la vergüenza y al obrero contra el capitalista que le quita el sustento;estaría ahora Martí dado al trabajo de levantar a su tierra a una vida de hondo sentido humano. (9)

Se oyeron también los poemas del Apóstol en la voz de la doctora Blanca Dopico, y Flora Díaz Parrado disertó sobre las posiciones feministas del Maestro. Finalmente, García Maroto expresó el grave compromiso en que lo habían puesto sus amigos caimitenses al rogarle que pintara a Martí, por "la pugna que pudiera existir entre el concepto que del retrato como expresión y como representación tuviera respectivamente, el pintor que había de realizarlo y el medio crítico contemplador en torno". (10)

Maroto temía que su empeño no fuera bien comprendido por las miradas del público.

Y concluye con una invocación:

Que la presencia del maestro en esta imagen realizada por mí con tan delicado propósito, estimule las más altas virtudes de mis amigos, de mis compañeros de estos últimos meses, es lo que yo quisiera en pago, es lo que me atrevo a pedir como máxima satisfacción. (11)

Así, aquella tertulia trascendió los marcos puramente artísticos para avanzar en el sentido patriótico, vigente en toda la Isla.

Siete días más tarde, el domingo 17 de agosto, Maroto con un grupo de selectos cultores de las artes y las ciencias develan en el Centro Obrero su óleo "Carlos Marx".

Allí, el historiador Emilio Roig de Leuchering leyó su ponencia "José Martí, marxista", y en representación de los gremios asociados el obrero torcedor Caridad Sosa expresó su agradecimiento en estos términos:

"Si Maroto hubiese podido vivir entre nosotros, durante algunos años, otro sería Caimito, otro espíritu regiría la totalidad de nuestras acciones, un tono distinto al actual dominaría en nosotros." (12)

Durante la tertulia, Maroto recordó su infancia campesina uncido al yugo de las labores agrícolas, ya en calorosos veranos o en inviernos lacerantes, las afrentas que tuvo que soportar de los poderosos, motivaciones que lo llevaron a pintar el cuadro de Carlos Marx.

Finalmente recomendó a los trabajadores: "preciséis vuestros derechos y vuestros deberes, no permitáis que en vuestras filas de trabajadores conscientes penetre el desaliento, la traición, la mala cizaña de la pereza y la codicia." (13)

Como culminación de toda su fructífera labor caimitense preparó una exposición de su cuadros con motivos cubanos, cuyo espacio expositivo no fue el selecto Centro Recreativo, sino en el popular Centro Obrero.

El 24 de agosto, con elocuentes loas de Jorge Mañach, se inauguró la muestra que el propio disertante calificó de "a la rústica". Mañach valoró en alto grado al gestión del pintor durante aquellos tres meses (14).

Durante una semana estuvieron a disposición del público los cuadros, que fueron apreciados por innumerables amigos nacionales y extranjeros (15). Eco del acontecimiento se hiceron las revistas Social y Carteles, así como los periódicos El País y Diario de la Marina.

Pero su tiempo habíase agotado y con profunda emoción se despidió de sus ahora eternos amigos.
A vosotros, amigos de Caimito, sólo me gustaría pediros, solamente pediros, que hagáis votos porque donde quiera que vaya yo, por los caminos de la isla, encuentre espíritus amigos que como vosotros sepan estimar el esfuerzo humilde, que como vosotros sepan penetrar a través de las apariencias los nobles designios de los hombres, que como vosotros ya que "no digan con palabras oscuras que siguen mis dibujos los astros", cual vosotros, suavicen el suelo que mis plantas han de pisar con estas dulzuras del afecto, con estas maravillas de la comprensión y la hospitalidad. (16)

Fruto de aquella noche "mágica" en que Lorca y Maroto llegaron a Caimito del Guayabal, son unos versos compuestos por el poeta granadino, los cuales durante mucho tiempo se pensó que se llamaban "La pared rosa", quizás por la resonancia que alcanzó el cuadro de Maroto de igual nombre y, además, por ser alusivos a los colores de la plaza del pueblo. Los acucios investigativos demuestran que ha habido una confusión: se titulan "Cielo vivo", y a continuación los transcribimos:

...ya no podré quejarme

si no encontré lo que buscaba

cerca de las piedras sin jugo y los insectos vacíos.

No veré el duelo del sol ni las criaturas en carne viva,

pero me iré al primer paisaje

de choques líquidos y rumores

que tras de mí irá pulsando un niño recién nacido

y donde toda superficie es evitada.

Para entender lo que busco, tendrá su blanco de alegría

cuando yo vuele mezclado con el amor de las frutas secas.

No podrás avanzar por los enjambres de corolas

porque el aire disolverá vuestros dientes de azúcar.

No podrás acariciar las hojas de los helechos

no sentir el encanto definitivo del marfil:

Allí no llega la escarcha rota de los ojos apagados

no el mujido del árbol asesinado por la oruga.

Allí todas las formas guardan entrelazadas

una sola expresión frenética de avance.

Allí bajo las raíces y en la médula del aire

se comprende la verdad de las cosas equivocadas

y de la escalera de la sangre amarrada bajo los peces;

el vendedor de níquel que acecha la onda más fina

y el rebaño de vacas nocturnas, con rojas patitas de mujer.

Ya no podré quejarme si no encontré lo que buscaba

pero me iré al primer paisaje de humedades y latidos.

Para entender lo que busco, tendrá su blanco de alegría

cuando yo vuele mezclado con el amor y las frutas secas.

Vuelo de siempre sobre los lechos vacíos,

sillas cubiertas de yedra y "stadiums" desiertos.

Tropiezo vacilante por una claridad fija

y amor al fin, Dios mío / Amor, amor visible/ (17)

Desde entonces, el nombre de Caimito del Guayabal se hizo célebre en España, o al menos, en aquellos círculos donde Federico era el centro de irradiación cultural; o sea, en la modesta trastienda de alguna cervecería o de restaurante económico nocturno.

Valoración del arte de Maroto . Sus ideas estéticas.

El calificativo que pudiera atribuirse al arte de Maroto ya nos lo había dado implícita y fragmentariamente el propio creador cuando, en palabras al catálogo, expresara a las sensibilidades despiertas del pueblo, la finalidad de su muestra:

Realizo esta exposición en Caimito para poner en relación a mis gentes amigas, agentes al lado de las cuales he luchado muchos meses con obras de arte nacidas más allá de toda dependencia naturalista, para enfrentarlas con unos dibujos y pinturas hechos partiendo de unas realidades conocidas por ellos, que han llegado en las obras, en la mayoría de las veces, aun plano de expresión que apenas contiere y manifiesta el tema real de que surgieron. (18)

Admirablemente fue Maroto hombre de pensamiento moderno, muy a tono con lo más avanzado del espíritu de su tiempo y con la Generación del 98 de su España natal.

Precisamente, esas ansias renovadoras lo llevaron a concebir el ya aludido retrato de Martí, de manera distinta a los realizados anteriormente. Ya no aparece la figura del Maestro, destacada por la fuerza de su actitud, sino que la imagen altiva, "más robusta que la sabida y desvanecida ampliación frecuente",encuentra como fondo una alusión poética a la bandera, la palma y la estrella solitaria. Faltan también el "cuadriculado, el color carne, el pulimento decoroso, la suavidad de técnica más recomendable", característicos de las normas clásicas.

Tan bien había logrado aprehender el ambiente y psicología de los guajiros en aquellos cuadros suyos, que contemporáneos como Suárez Solís no vacilaron en catalogar, acertadamente, su pintura de genuina, profunda y sutilmente cubana por su condición social y su clima campesino:

Y véase cómo estas dos cualidades, la rústica y la social, en la labor presente de Maroto pueden tener para Cuba una significación trascendente. Su mirada humilde y profunda a la superficie y a la raíz del paisaje y del hombre, con universalidad reducida, conducida a términos de referencia nacional, puede prestarse a un nuevo descubrimiento estético de Cuba /.../ (19)

Señalaba Maroto que el artista debe ser sincero consigo mismo y estar atado únicamente a las leyes del espíritu, de la expresión, para que salga de forma natural y nunca forzada lo que en la mente y los ojos ha podido entrever, porque como dijera un gran crítico "se realiza más progreso en un solo acto espontáneo de la conciencia y la sensibilidad que en el cumplimiento casi rutinario de una docena de deberes escritos".

Propugnó la distancia crítica entre el creador y su obra, pues la separación a guisa de exposición pública permite al hacedor mirar en ella, en calidad de espectador, los aciertos y desaciertos de la misma, con el objetivo de corrección y enriquecimiento.

"El artista debe ser universal, el arte nacional, la obra local", apuntaba Maroto. Esa gradación particularizadora y en disminución implica -parafraseando sus propias palabras- un recorrido del artista por todos los caminos del mundo; luego revelar el espíritu del país donde fue creada la obra, que debe estar enraizada, en su origen, con el medio particular en que nació y creció.El artista, por tanto, debe referirse al motivo y, centrándose en él, seleccionar los rasgos esenciales que de manera abstracta sea capaz de captar la atmósfera que la homologa a la época en que surgió.

Para él, el arte no debe identificarse con la política:

Todo ensayo de arte social, de arte aplicado a la política, como si llevase dentro de sí el veneno más disolvente, el más decidido acusador, ha terminado siempre por atenuar su expresión, por conducir su eficacia como función artística a límites de tal brevedad que han dado la razón a los que piden para el arte libertad máxima, ambición creadora sin linderos condicionados. (20)

Y más adelante añadía:

Los soviets dieron al traste con la religión, pero menos inteligentes que los revolucionarios de París, no advirtieron que el arte es igualmente incompatible con un estado comunista. La religión, aplastada por el férreo talón del Estado, levantó su cabeza al lado del arte, prostituido a la propaganda. (21)

Del mismo modo, el arte -decía-es ajeno a la voluntad de las mayoría extravertidas: ricas o pobres.

Jamás podrá. servir mi arte a señor alguno, llámese burgués envanecido, olvidado de los que sufren desvíos de la suerte, llámese obrero desdeñado, desdeñador, acumulador de justicieras violencias. (22)

Sólo la sociedad es capaz de dar cauce y comunicar las emociones estéticas.

"Una mayor resistencia para el sufrimiento va inseparablemente unida con una capacidad para el placer . El arte y el cristianismo son, uno y otro, expresiones del dolor /.../", afirmará. Quizás este parecer suyo le haya merecido las palabras de Giménez Caballero, cuando decía: "Rayas sibilinas las pinturas de Maroto. Siempre en vía /.../ de depurarse, de purificarse más cada vez, refundiéndose de volumen en volumen."

Maroto después de Caimito.

Al despedirse de sus amigos caimitenses, estuvo unos día Maroto en la capital. Allí expuso en los salones del Lyceum su cosecha artística, recibiendo el reconocimiento de los más distinguido y conocedor de la sociedad habanera. Este fue un momento de tránsito. Su objetivo era seguir explorando el campo cubano y ya en noviembre colaboraba febrilmente con la Filial de la Hispanocubana de Cultura en Caibarién, Remedios y Cienfuegos.

Luego de culminada su labor cienfueguera, Maroto regresó a México para continuar su trabajo artístico-pedagógico.

En 1934 volvió a la patria. En España hizo un recuento de sus años de acción en América con una exposición en el Museo Macional de Arte Moderno y aunque estuvo alejado del debate ideológico de esos años, volvió a la carga política cuando la República fue asaltada por las hordas fascistas. (23)

A mediados de 1936, mientra Gabriel se alistaba a las milicias republicanas junto a Pablo de la Torriente Brau como comisario políticos, los falangistas asesinan a Federico. En noviembre Maroto fue gravemente herido, más tarde curado de su laceraciones, asume la responsabilidad de dirigir las publicaciones del Comisariado General de Guerra. Los horrores de la contienda ni sus propios sufrimientos le hicieron olvidar a sus amigos cubanos. En 1937 durante la Conferencia Internacional de Escritores e Intelectuales de Valencia pudo confraternizar con nuestros delegados -entre ellos se encontraba su entrañable Juan Marinello. Con ellos envió un mensaje a sus compañeros en la Isla que fue publicado en el semanario Mediodía:

Yo sé bien que Cuba, la Cuba que yo gocé y sufrí haciéndola una por el trabajo y la entrega leal, se encuentra al lado de la justicia que representa los luchadores republicanos. Y sé también que nuestro triunfo, seguro, seguro, seguro, ayudará brillantemente al vencimiento del fascismo, descubierto a enmascarado, en la América de habla española. Salud y solidaridad activa frente al fascismo opresor os deseoa vuestro camarada y amigo. (24)
Realizando carteles y dibujos para el movimiento, participando en la Sección de Artes Plásticas de la Alianza Antifascista se mantuvo bajo el fuego franquista,pero en 1938, decidió radicarse en México donde se casó con Angela Gea, su segunda esposa.(25)

Allí trabajò hasta su muerte, en 1969,en la enseñanza artística de niños sordomudos, motivado especialmente porque dos de sus tres hijos padecían de esta limitación física.

Luego de 31 años de ausencia, volvió -al triunfo de la Revolución- a Caimito (mayo de 1961), pudiendo recorrer en auto sus calles y visitar a sus amigos por unas breves horas.

En 1981, al fundarse el Museo Municipal, las dos obras que el manchego obsequió a los caimitenses fueron donadas a esta institución, ,además de manuscritos, fotos u otros recuerdos de aquella memorable visita, los cuales se conservan con entrañable cariño.

De lo realizado por Maroto, de lo que formó y despertó, del vuelco dado al alma virgen y tranquila de los caimitenses, para atestiguar eso, están las palabras del prestigioso crítico de entonces Jorge Mañach:

/.../ abrió en la llanura puebleril un hueco acogedor para estas "cosas del espíritu", tan desvalidadas entre nosotros; suscitó inquietudes, curiosidades, intransigencias, tolerancias; adiestró a la cordialidad primaria en los goces de una delicada camaradería, atenta a los problemas /.../ Mantuvo así nuestro huésped, casi en plena manigua,a dos leguas o tres de la presunción habanera, un pequeño vórtice increíble de cultura y fervor humano.

Notas.

1.- Adolfo Salazar: "El mito de Caimito". En: Revista Carteles. Vol XXXI. No 8, 20 de febrero de 1938, p 24.

2.- Catálogo de Excposición de dibujos y pinturas de Maroto (realizado en Caimito del Guayabal del 24 al 30 de agosto de 1930).

3.- Adolfo Salazar: obra citada.

4.- Gabriel G. Maroto: "Del estado de gracia del niño". En: Revista Social. Vol.15. No 6, marzo de 1961, p.43.

5.- Ibídem, p. 107.

6.- Manuscrito con las palabras de Maroto a su despedida de Caimito.

7.- Catálogo (ya mencionado).

8.- Periódico El País. 1ra edición. Año VIII. No 230, 20 de agosto de 1930, p.2.

9.- Ibídem.

10.- Catálogo.

11.- Ibídem.

12.- Manuscrito de despedida.

13.- Catálogo.

14.- Jorge Mañach. En: Revista 1930.

15.- Visitaron la Expo: Flora Díaz Parrado, Juan Marinello, Ofelia Rodríguez Acosta, José Vasconcelos, Fernando Ortiz, Florit y otros.

16.- Manuscrito de despedida.

17.- Adolfo Salazar: obra citada.

18.- Catálogo.

19.- Rafael Suárez Solís: "Rústico y trascendente". En: Diario de la Marina. 4 de septiembre de 1930, p.24.

20.- Catálogo.

21.- Ibídem.

22.- Ibídem.

23.- "Gabriel García Maroto". En: Boletín El Internacionalista. Año I. No 2. La Solana. Octubre de 1995, p. 14.

24.- Revista Mediodía, agosto de 1937.

25.- "Gabriel García Maroto". En: Boletín citado.

26.- Catálogo de la exposición de Caibarién.


BIBLIOGRAFIA.

Libros.

1.- Alvar, Manuel,coord:Homenaje a Federico García Lorca.Ayuntamiento de Málaga, 1988.

2.- Díaz, Ireneo : Caimito del Guayabal 1923-1928. Imprenta La Propagandista . La Habana, 1931.

3.- García Maroto, Gabriel : La España Mágica . Biblioteca Acción . Madrid , 1927.

4.- Ortiz, Fernando : Africanía de la Música Folklórica de Cuba. Universidad Central de las Villas, 1965.

5.- Roa,Raúl: Retorno a la Alborada. Tomo I. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1977.

6.- Sarabia,Nidia: Los Días de Lorca en Cuba. ( Inédito).

Periódicos.

1.- ABC. Madrid,1991.

2.- Capdevila. Caimito,1942-1959.

3.- Diario de la Marina. La Habana,1930 y 1938.

4.- El País . La Habana, 1930.

5.- El Sol. La Habana, 1928.

Revistas.

1.- Carteles. La Habana, 1930. 2.- El Internacionalista. Año I. No 2. La Solana, octubre de 1995.

3.- Mediodía. La Habana, 1937.

4.- Social. La Habana, 1930-35.


Documentos originales propiedad del Museo Municipal de Caimito.

1.- Carta de Ireneo Díaz a Gerardo Acosta, 18 de octubre de 1955.

2.- Carta de Maroto a José M. Maspule (s/f).

3.- Carta de José Vasconcelos a Maroto (s/f).

4.- Catálogo de la Exposición de dibujos y pinturas de Maroto realizado en Caimito del Guayabal del 24 al 30 de agosto de 1930.

5.- Manuscrito del discurso de despedida de Maroto a los caimitenses, septiembre de 1930.

6.- Memorias del Centro Recreativo de Caimito del Guayabal de 1929 y 1930. Imprenta El Heraldo, Guanajay.

7.- Programa de homenaje a José Martí en el Centro Recreativo de Caimito, 10 de agosto de 1930.


Entrevistas.

A: Juanito Acosta, abril de 1995.

Fedora Valdés, abril de 1995.

Romelia Fernández, abril de 1995.

Manolo Acosta, mayo de 1995.

Adolfo Díaz-Albo (vecino de La Solana, Ciudad Real, España), junio de 1996.

Cortesia de: Caridad Masson Sena del Centro Juan Marinello, Habana, Cuba.

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