O Tempora! O Mores!
Pequeño, pobre, de aceras rectas y carretera Nacional, con diferentes arterias que tan bien yo conocía.
Así es Caimito, mi país pequeño;
largo para caminarlo,
corto para transitarlo.
Con una iglesia y junto a ella el único parque, casi cuadrado rodeado de bancos y un Busto al Patriota en su centro.
Con un Reparto Nuevo y otro Viejo, con varias fincas y dos panaderías y tres farmacias y pocas gasolineras.
Con dos Oficinas dentales y una guarapera (casita pequeña de madera rústica que endulzaba al caminante con el jugo de la caña de azúcar), con muchas casas a cada lado de la calle... y, muchos vecinos y a todos yo conocía.
Un Centro Social, un Cine -Teatro, tres consultas médicas de Médicos buenos y buenos amigos; con barrios vecinos que, simplemente caminando podía visitar.
Así es mi país pequeño, el que yo conservo aún en mi memoria; con su Centro Escolar y otras dos escuelas que vivían de noche y también de día.
Allí yo nací, allí me enamoré por primera vez, yo lo recorría día a día hasta que me fui y... me lo llevé!
Por eso lo recuerdo y lo dibujo y... lo puedo describir:
La Sucursal, La Cumbre, La Serafina, Los Aliados, Callagüasal, la Vereda y la calle hacia Guayabal.
Llenos de día de gentes que trabajan, llenos de noche de la juventud que salía a pasear,
lleno el parque cada domingo para entrar a Misa y lleno cada noche de mayo para ofrendarle flores a la Virgen ante su Altar.
Mi país pequeño, triste en “tiempo muerto”, jubiloso en la Pascua Navideña. Era alegre y bonachón y como todo buen patriota, gozaba los chistes de "sube y baja telón".
Un país chiquito que cabría en mi mano si fuera yo una buena dibujante de mapas:
al norte, las lomas y el mar,
al sur otros pueblos.
Era frontera de Provincias
y camino recto hacia la Capital.
Era ciudad y era campo, con calles asfaltadas y empedradas y alguna empinada con largos tramos sin aceras.
Era limpio y alegre, celebraba fiestas y reuniones y exhibía películas de taquillas llenas.
Tiene un sólo cementerio donde reposan amigos (aquellos que nunca dicen - adiós! y... otro en cada habitante donde viven los recuerdos...
Es éste, mi país pequeñito con olor a tabaco y caña en tiempos de zafra, con un cuartel de Soldados y otro de Policías, con un zapatero remendón y un limpiabotas que forman la leyenda de un pueblito gentil.
Contaba también mi país con dos peluquerías de diferentes estilos y dos barberías donde los hombres compartían secretos y alegrías; con una estación telefónica, unos cuantos autos de alquiler y una heladería; así transcurría la vida tranquila de un puñado de gentes amable y cordial.
Como en todo lugar socialmente organizado, había en mi pueblo un Juez y una Sala de Corte, varias carnicerías, comercios y puestos de viandas y frutas, pregoneros de las mañanas y de las noches repartiendo el hielo el carbón, la leche y los repartidores del Diario Avisor (a mi me encantaban los muñequitos que venían siempre en el dominical).
Y... en este país no había bomberos, sólo una ambulancia para darle servicio a la población pero si habían Alcaldes y muchas querellas para su elección!!
Así es Caimito, mi país pequeño;
largo para caminarlo,
corto para transitarlo.
Con una iglesia y junto a ella el único parque, casi cuadrado rodeado de bancos y un Busto al Patriota en su centro.
Con un Reparto Nuevo y otro Viejo, con varias fincas y dos panaderías y tres farmacias y pocas gasolineras.
Con dos Oficinas dentales y una guarapera (casita pequeña de madera rústica que endulzaba al caminante con el jugo de la caña de azúcar), con muchas casas a cada lado de la calle... y, muchos vecinos y a todos yo conocía.
Un Centro Social, un Cine -Teatro, tres consultas médicas de Médicos buenos y buenos amigos; con barrios vecinos que, simplemente caminando podía visitar.
Así es mi país pequeño, el que yo conservo aún en mi memoria; con su Centro Escolar y otras dos escuelas que vivían de noche y también de día.
Allí yo nací, allí me enamoré por primera vez, yo lo recorría día a día hasta que me fui y... me lo llevé!
Por eso lo recuerdo y lo dibujo y... lo puedo describir:
La Sucursal, La Cumbre, La Serafina, Los Aliados, Callagüasal, la Vereda y la calle hacia Guayabal.
Llenos de día de gentes que trabajan, llenos de noche de la juventud que salía a pasear,
lleno el parque cada domingo para entrar a Misa y lleno cada noche de mayo para ofrendarle flores a la Virgen ante su Altar.
Mi país pequeño, triste en “tiempo muerto”, jubiloso en la Pascua Navideña. Era alegre y bonachón y como todo buen patriota, gozaba los chistes de "sube y baja telón".
Un país chiquito que cabría en mi mano si fuera yo una buena dibujante de mapas:
al norte, las lomas y el mar,
al sur otros pueblos.
Era frontera de Provincias
y camino recto hacia la Capital.
Era ciudad y era campo, con calles asfaltadas y empedradas y alguna empinada con largos tramos sin aceras.
Era limpio y alegre, celebraba fiestas y reuniones y exhibía películas de taquillas llenas.
Tiene un sólo cementerio donde reposan amigos (aquellos que nunca dicen - adiós! y... otro en cada habitante donde viven los recuerdos...
Es éste, mi país pequeñito con olor a tabaco y caña en tiempos de zafra, con un cuartel de Soldados y otro de Policías, con un zapatero remendón y un limpiabotas que forman la leyenda de un pueblito gentil.
Contaba también mi país con dos peluquerías de diferentes estilos y dos barberías donde los hombres compartían secretos y alegrías; con una estación telefónica, unos cuantos autos de alquiler y una heladería; así transcurría la vida tranquila de un puñado de gentes amable y cordial.
Como en todo lugar socialmente organizado, había en mi pueblo un Juez y una Sala de Corte, varias carnicerías, comercios y puestos de viandas y frutas, pregoneros de las mañanas y de las noches repartiendo el hielo el carbón, la leche y los repartidores del Diario Avisor (a mi me encantaban los muñequitos que venían siempre en el dominical).
Y... en este país no había bomberos, sólo una ambulancia para darle servicio a la población pero si habían Alcaldes y muchas querellas para su elección!!
Caimito, mi país pequeñito, situado a un Rincón del Norte, el final de una Jurisdicción, se llenaban sus calles para las Verbenas y el Carnaval; disfrutaba de carreras de autos y de bicicletas, celebraba recibiendo al Circo o siguiendo Piadoso una Procesión.
Recuerdo su estudio de de fotografías, las ferreterías las pequeñas casas de vender botones y... como una película pasean por mi mente, la casa de los chinos y la tintorería, el restaurante y los grandes camiones cargados de piña que aparcaban de noche para continuar con el día dejando y llevando la mercadería.
Recuerdo a los niños descalzos jugando canicas y los papalotes alcanzando al Sol.
Recuerdo su estudio de de fotografías, las ferreterías las pequeñas casas de vender botones y... como una película pasean por mi mente, la casa de los chinos y la tintorería, el restaurante y los grandes camiones cargados de piña que aparcaban de noche para continuar con el día dejando y llevando la mercadería.
Recuerdo a los niños descalzos jugando canicas y los papalotes alcanzando al Sol.
Eran tiempos distintos, donde cada cual pensaba en quién iba a ser.
Mi pueblo chiquito, mi país pequeño, ni rico ni pobre, lleno de vecinos que lloraban a cualquier difunto en su funeral.
Así eran entonces llenos de costumbres los pequeños países de donde venimos.
Pero tenía tiendas y música y bares y familias enteras de un mismo apellido vivían allí.
Y... tenía también este pueblerío una forma escrita de anunciar Eventos y lo Ecos Sociales en su "Capdevilas"
reportero mensual.
Tenía acueducto y alcantarillado, conocí un Contador, y varios Maestros que impartían clases en dos Academias, estilo New York.
Y...también tenía una Agencia de productos eléctricos (que por entonces eran de gran novedad) y las gentes se asomaban a ver el perrito de la RCA y contar sus monedas para comprar algo, quizás... en Navidad.
Recuerdo este país chiquito de aceras mojadas cada mañana, con olor a café y pan horneado y... repaso sus calles y me pierdo en ellas y busca las miradas de aquellos amigos que también me conocen y me dicen - Adiós!
_ Mira, aquí está mi país!
- llevo el mapa en la palma de mi mano!
- llevo sus calles en mi memoria!
- llevo sus gentes en mi corazón!
Mi pequeño país, Caimito! Mi pueblo chiquito....
- ya ves? Me lo traje conmigo!
Olga M. Muñoz
Miami, Florida
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